A cada una nos llega ese momento, esperado o no, de manera completamente diferente. Los pocos segundos que tarda el test en darnos el positivo creo que son inolvidables. Es algo extraño, miles de sensaciones te rondan por la cabeza e incluso sigues pensando “y si no lo estoy? ¿y si el test se ha equivocado?”.

A partir de ahí todo se acelera y comienzan las visitas a los médicos, especialistas, etc…esperas que te den respuestas a todo, que te expliquen bien todo el proceso pero en realidad cada vez que sales de una consulta te das cuenta de que no hay nada al 100% seguro, de que no existe una “verdad absoluta” y de que vas a ir aprendiendo de tu propia escuela, con tus experiencias que, en realidad, son las que cuentan. Tanto es así que si conoces o tienes a amigas que están embarazadas y habláis de ello, veréis que cada médico, matrona, ginecólogo…te dice una cosa. A muchas os dará por mirar, investigar, indagar en internet y os recomiendo que no lo hagáis porque podéis asustaros con cosas, a mi modo de ver, algo primitivas, que cuelgan en la red.

Pero no todo se queda en eso, en la parte física amigas ¿Qué ocurre con la psíquica? ¿ Y la laboral? ¿Y la familiar?. Un test positivo acarrea un gran cambio en vuestras vidas, permitirme que os cuente un poco mi situación.

En septiembre de 2014 descubrimos mi pareja y yo que estamos esperando a un bebe. Yo por aquel entonces había logrado adentrarme en el mundo del Arte ¡por fin! trabajando como coordinadora de equipos en la maravillosa pinacoteca del MNP. Esperé a comunicárselo a mi jefe los tres meses de “rigor” que te recomiendan por si ocurre algo en el proceso. Siempre he sido un poco demasiado responsable en las empresas en las que he trabajado y en esta me ocurría lo mismo. Llegaba a las 8:30 y me iba en ocasiones cerca de las 22:00 porque me gusta llegar a mi casa pensando en que todo ha quedado mas que solucionado. Incluso los días que libraba trabajaba desde mi casa para poder tener todo en orden al día siguiente. No era el trabajo para el que me había Licenciado, especializado y hecho el Master pero al estar rodeada de esas obras de arte, recorrer los pasillos sin público, admirar como se montaban las exposiciones e incluso el olor a pintura de los talleres de restauración, me reconfortaban y me hacían pensar que ¡quien sabe! Alomejor alguien me ofrece alguna oportunidad como Historiadora del Arte…ahora sonrío al escribirlo porque siempre he sido una ilusa soñadora.

Pues bien, llega el día y con un nudo en la garganta y pensando durante toda la noche en como comunicarlo, se lo comento a mi jefe quien se queda a cuadros, ni me felicita y viene al día siguiente diciéndome que le han aconsejado “que me deshaga de ti”. En ese momento sólo pude contestar “Si, lo imagino, algunas personas parecen que han nacido de esporas”. A partir de ese día yo seguí rindiendo igual, e incluso permanecía haciendo cosas que no debía por las contracciones, que ya tenía desde el tercer mes, porque siempre he pensado que si demuestras que trabajas bien  no tienen porque no contar contigo, que error.

Me aconsejaron darme de baja y no la acepté hasta el séptimo mes. Desde ese tercer mes hasta el séptimo me ocurrieron infinidad de cosas pero os quiero resumir la situación diciéndoos que perdí mi empleo, mis derechos e incluso dinero. Como nunca he sido una persona a la que los conflictos le llamen la atención, decidí no darle mayor importancia y esperar a que tras los 4 meses de baja pudieran contratarme de nuevo, algo que no ocurrió.

Al convertirte en madre muchas empresas creen que ya “no vales” y aunque tengas 10 años de experiencia, hayas remontado ventas, y beneficiado a la empresa, ya nada cuenta, nada importa, nada es trascendental.

¿Qué ocurrió? Pues que seguí con mi vida y con mi embarazo disfrutando contentísima de sentir cada día más a mi reina, de verla en las ecos, de sentirme como un globo, de sofocarme y agotarme limpiando la casa como una energúmena porque parecía que ya no iba a poder hacer nada, de parir, de llegar ese primer día a casa y de ver como poco a poco mi corderito crecía y de ver hoy día como crece de nuevo otra personita en mi interior.

Creo que todo pasa por algo, que la fuerza mental  es cien mil veces más poderosa que la física, que pase lo que pase debemos ser lo suficientemente positivos y seguir adelante porque “no hay mal que cien años dure”, porque necesitamos que nos enseñen a ver lo que es realmente importante en la vida y porque creo que todos tenemos esa capacidad. Piénsalo por un momento, cuesta lo mismo ver así la vida que de otra manera y te prometo que es mucho más placentera.

A lo mejor no os veis capaces, sois unas arduas pensadoras que a  todo lo tenéis que dar vueltas y que como gatos juguetones enmarañáis mas la madeja de lo que en realidad está.

A lo mejor solo veis el lado oscuro o simplemente no veis una salida a vuestra nueva situación.

Por ello nace este blog, porque se lo duro que es ser madre, porque considero que es todo un arte serlo antes, ahora y en un futuro. Porque sé que nos exigimos demasiado, que renunciamos a muchísimas cosas, que padecemos y sentimos miles de situaciones que en pleno siglo XXI deberían estar extinguidas al igual que los dinosaurios que las implantan. Porque sé que en muchas ocasiones os veis solas, tristes, sin saber a quién contarle lo que de verdad sentís. Porque os sentirés desbordadas, agotadas y al mismo tiempo llenas de amor.

Por todo ello quiero que tengáis este rinconcito donde podréis leer mis experiencias y las de madres como vosotras, madres reales, no las que salen recién paridas estupendísimas, delgadísimas y de peluquería saliendo del hospital. Dedicaros unos minutitos a leer, a reíros, a sentiros identificadas, a encontrar soluciones, a ver que no todo tiene tanta importancia, en definitiva a VOSOTRAS.

¿Te concedes diez minutos mama?